Entrenamiento cognitivo
Competir en actividades deportivas requiere muchísimo tiempo, esfuerzo y capacidad física. Para conseguir resultados importantes, los atletas deben saber expresar fuerza, velocidad y potencia manteniendo al mismo tiempo un alto nivel de prestación técnica. Estas cualidades se desarrollan a través del entrenamiento físico en campo, en pista o en gimnasio. Sin embargo, cada vez más estudios sugieren que también el entrenamiento cognitivo en el ámbito deportivo puede desempeñar un papel determinante en la mejora de la prestación.
Desde los años 50 hasta hoy se han hecho varios estudios para comprender la organización funcional del sistema nervioso auditivo y somatosensorial. Muchos trabajos han abordado el concepto de plasticidad cerebral, es decir, la idea de que el cerebro puede cambiar a cualquier edad, respondiendo a las circunstancias y a nuevos estímulos. El Dr. Michael Merzenich (uno de los pioneros en este sector, neurocientífico estadounidense de la Universidad de California en San Francisco, y con el cual Microgate tiene el placer de colaborar desde hace algunos años) ha logrado demostrar que la plasticidad del cerebro es un proceso físico. Efectivamente, la materia gris puede reducirse o adensarse, y las conexiones neurales pueden ser forjadas y refinadas o (al contrario) debilitadas y cercenadas. Los cambios físicos del cerebro se manifiestan en nuestras capacidades y pueden ser estimulados a cualquier edad. El concepto de Cognitive Training se ha desarrollado identificando los mecanismos cerebrales a considerar y viendo cómo ejercitarlos eficazmente: hoy existen soluciones científicamente probadas no invasivas que permiten trabajar específicamente sobre ellos.
El entrenamiento deportivo cognitivo aún está en vías de desarrollo: si bien en la práctica se utiliza desde hace varios años, diferentes aplicaciones han demostrado diferentes grados de eficacia[1]. El cognitive training deportivo comprende una amplia gama de ejercicios diseñados no sólo para mejorar varios aspectos de las prestaciones atléticas a nivel psicológico (contribuyendo al desarrollo de la confianza en uno mismo, de la motivación, de la fuerza mental, de la gestión del estrés y de la ansiedad pre-competición) sino también para mejorar la competencia técnica en varias situaciones deportivas (agilidad).
El entrenamiento cognitivo tiene el objetivo de mantener o mejorar las habilidades de una persona a través de la estimulación del cerebro, actuando en la plasticidad cerebral e incrementando el número de conexiones neurales [2]. Existen programas estructurados científicamente que se centran en distintas áreas cognitivas y mejoran las funciones cerebrales. Estos protocolos entrenan la ejecución de algunos “actos mentales” específicos durante una tarea para habituar al atleta a ejecutarlos inconscientemente durante una práctica deportiva. Después de una evaluación del nivel inicial, gracias a estas soluciones no invasivas y científicamente probadas, es posible trabajar específicamente sobre los mecanismos de plasticidad neuronal con protocolos adaptables a las capacidades de cada persona. A continuación se ofrecen algunos ejemplos.
Gracias a la colaboración con el Prof. Michael Merzenich, desde hace unos años Microgate adopta el enfoque de BrainHQ (la única plataforma de entrenamiento del cerebro creada y desarrollada sobre la base de 30 años de investigación en el ámbito neurocientífico). Los ejercicios propuestos son divertidos y adaptables al usuario. Han sido estudiados para ofrecer un entrenamiento útil y significativo a cada sujeto en diferentes áreas: atención, velocidad cognitiva, memoria, socialidad, orientación e inteligencia (ver la figura 1).
Algunos de estos ejercicios, en particular aquellos utilizados en el desarrollo de las actividades motoras (Atención y Velocidad), han sido importados en exclusiva en el sistema Witty SEM. La propuesta innovadora es la combinación de tareas motoras a 360° sobre distancias definibles por el usuario, con ejercicios cognitivos específicos para entrenar de manera integrada todo el sistema cognitivo-motor (ver la figura 2).
Muy interesantes pueden ser también las evaluaciones motoras (para las cuales Microgate propone OptoJump y Gyko) “interferidas” por una carga cognitiva: se habla en tal caso de dual tasking (es decir, de la ejecución simultánea de un movimiento activo y una tarea mental; por ejemplo, correr mientras se resuelven tareas visuales o matemáticas). Algunas personas tienen dificultades para gestionar este tipo de situaciones, y la incapacidad de ejecutar una tarea motora cuando la atención se centra en un estímulo cognitivo (que en la vida real puede ser cualquier elemento de distracción, como fatiga, pensamientos negativos, interferencias visuales ...) origina una disminución de la prestación y conduce a una condición de peligro para la incolumidad física. Por eso es importante mantener una alta prestación en el dual tasking, a través de un entrenamiento específico y constante
La práctica misma del deporte tiene efectos positivos en la función cognitiva y los efectos son comparables al impacto que el entrenamiento cognitivo puede tener en las prestaciones deportivas[3]. La práctica de un deporte limita el deterioro de las funciones cognitivas ligado a la edad, reduciendo incluso la pérdida de tejido cerebral. Además, se ha demostrado que mantener un buen estado físico a través del deporte mejora la eficiencia de los recorridos neurales responsables de la memoria y de la atención. En consecuencia, los individuos que practican deporte con mayor frecuencia acogen y elaboran con mayor eficiencia los estímulos ambientales y otros tipos de información. En conclusión, el deporte mejora casi todos los aspectos de la salud y de la función cognitiva, así como el entrenamiento cognitivo puede mejorar casi todos los aspectos del deporte y de la vida cotidiana.
BIBLIOGRAFÍA
[1] C. C. Walton, R. J. Keegan, M. Martin, and H. Hallock, “The Potential Role for Cognitive Training in Sport: More Research Needed,” Front. Psychol., vol. 9, Jul. 2018, doi: 10.3389/fpsyg.2018.01121.
[2] M. M. Merzenich, T. M. Van Vleet, and M. Nahum, “Brain plasticity-based therapeutics,” Front. Hum. Neurosci., vol. 8, 2014, doi: 10.3389/fnhum.2014.00385.
[3] F. Gomez-Pinilla and C. Hillman, “The influence of exercise on cognitive abilities,” Compr. Physiol., vol. 3, no. 1, pp. 403–428, Jan. 2013, doi: 10.1002/cphy.c110063.